DOÑA CUCA.

Era ella, estaba frente a mi con un mandil que imponía respeto, pues traía un chingo de grasa y chile, símbolo intacto de las horas y el sudor frente al comal guajolotero, no dejaba de lado su personaje, estaba concentrada en la orden de enchiladas del forastero que se encontraba cerca de ella, simplemente pletórica armaba los guajolotes con una sola mano mientras combinaba movimientos del aceite y mojaba el siguiente bolillo que sería ahogado en la salsa, una dinámica y habilidad que Steven Seagal se quedaría totalmente estúpido, y una instalación del puesto que el mismo mcgyver nunca se hubiese imaginado.

Doña cuquita, “y si no le gusta no me paga”, no mames estaba frente a mi la próxima ídola de la lucidez en Querétaro, esa mujer podía al mismo tiempo, fíjate cabron a-l m-i-s-m-o t-i-e-m-p-o, hacer un guajolote, llevar las cocas, dormir a su nieta, mover la camioneta, cagar a su hija, y de paso a su novio también, hacer una cuenta, poner mas aceite, cobrar, pasear a su perro entre otras cosas, una versatilidad cabron, pero chingona, una mujer entera y filosofa.

Y entonces llega un wey con su estéreo bien fuerte al negocio y doña cuquita le dice “bajele joven que estoy viendo mi novela, y no se oye”, jajaja el vato le bajo y le siguió un “perdón doña cuca”, ese es poder cabron, y entonces comenta con su cuñada “pinche viejo inútil, yo que ella lo mandaba a la chingada, hay más, vieja pendeja ni que fuera el último, eso se llama pendejismo, pendejismo, yo cuando me junte con mi viejo le dije que me tenía que cuidar o si no me le iba y eso hizo hasta el día de su muerte”.

Y fue ahí donde me comencé a enamorar de esa sonrisa y esa cara llena de rastros de la vida, y mi vida tomó sentido pues iba todas las noches a verla, y entonces me empezó a reconocer, haaaaaaaaaaay, miles de suspiros me arranco y pude decirle que me diera unos chilitos en vinagre sin temblar; Ella con toda sus seguridad simplemente me decía que si lo de siempre, haaaaaaaaaaaay, una mujer de ese calibre estaba robando mi corazón.

Hasta que llegó el día que me atreví a preguntarle algo personal, y dije: “Doña, ¿qué es la vida para usted?”, pensé que me diría que la vida era como un guajolote que se iba cocinando poco a poco y que cada quien decidía si era de jamón o de carnitas, que depende de quien lo hiciera iba a picar poquito o mucho, que el secreto estaba en no exagerar, pero su respuesta fue algo mucho más brillante, y me respondió: “la vida, es algo que se vive”, fíjate no mas que pinche filosofía.

Babeaba por ella, mis glándulas salivales eran totalmente de sus enchiladas con papas. Por dentro sentía todos los días que era momento de ir a chingarme un guajolote, rojo, rico, picoso y con un chingo de grasa, de lado quedaba su ojito tullido o su cabellera roja recién pintada pa ocultar las canas, algunos decían que estaba loco, pues que me digan loco, solamente Dios sabe que esas enchiladas eran la neta, que esa practicidad la hacían una mujer de a de aldebis por encima de todas aquellas que se les quema el agua.

Y entonces dijo Cuquis, “pinches viejas, no saben ni hacer un arroz colorado las inútiles, buenas fueran pa chambear, uno aquí se lleva una joda no más para andar manteniendo culeras, no, uno mejor así… están pendejas que se enseñen”, y entonces le pregunte que cuales eran los platillos que ella sabía hacer y me dijo: mole, arroz, arroz blanco, arroz rojo, arroz colorado, pozole, antojitos, mole dulce, tacos dorados, mixiotes, carne asada, sopa de todas, verduras al vapor, tortilla, huevos al gusto, y un chingo de cosas más…

Entonces pensé que era el amor de mi vida, pues al hombre por el estomago se le conquista, mi vista estaba bloqueada, no había nada mas cerca de ella, ni quien le hiciera competencia y entonces me arme de valor y le pregunte:

Doña, ¿y si le dijera que usté es el modelo de mujer que me hubiera gustado tener? ¿Qué diría?
-que yo no soy modelo de nadie, ya deja de estar de mamón-

SAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAWEEEEEEEEEEEEEEEEBOOOOOOOOOOOOOOOO CUCA, CUCA, CUCAMESTA!!!!!! GATUMAWE!!!!!!